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  • Foto del escritorKids Worth It

Celebremos más, quejémonos menos

En Kenia se celebra todo sin tener motivos ni realmente nada que celebrar. Aquí en cambio, tenemos de todo y tenemos motivos para agradecer todo lo que se nos ocurra, pero no lo hacemos, o mejor dicho, no queremos hacerlo.



Simplemente estamos tan obcecados en querer más y más y más, que nos cuesta mucho parar un poco y pensar qué necesitamos, qué tenemos y simplemente agradecerlo y celebrarlo. Debemos darnos cuenta de una vez por todas del valor de lo que nos rodea, de haber nacido en este lado del mundo y no en otro, ni en medio de una guerra, ni en la selva, con el pozo más cercano a kilómetros de distancia. Tenemos acceso al agua potable, y la malgastamos. Tenemos luz con solo dar a un botón, y la malgastamos. Pero, sobre todo, nos quejamos de no ser suficiente. Consumimos más de lo necesario, cuando en otro lugar del mundo, personas exactamente como tú y como yo, necesitan consumir realmente cosas que nosotros desperdiciamos y ellos ni se lo pueden permitir. Debemos dejar de quejarnos por lo que no tenemos y empecemos a valorar y celebrar dónde nos ha tocado nacer, que ya es motivo suficiente. Celebremos el agua, la luz, el calor en invierno y el frio en verano, el reírnos y el llorar por cosas banales. La tierra, el mar, el poder ir casi a donde queramos, el tener paz y estabilidad, educación y una comida caliente asegurada cada día. Todo lo demás, es innecesario. Parece que pedir más de lo que necesitamos, es inevitable en la sociedad en la que nos ha tocado vivir, pero no lo es. Está en tus manos quejarte por estar encerrado en una casa hecha de ladrillo y tener comida en la nevera, sin valorar incluso el hecho de tener una nevera.



Vivimos el consumismo en primera persona, pero no podemos sentirnos culpables por ello. Debemos aprovechar las oportunidades que se nos presenten, y no vivir frustrados/as por el hecho consciente de poseer lo que otros no pueden. Si queremos algo y podemos permitirnos el lujo de tenerlo, tengámoslo, pero no abusemos de ello. Seamos conscientes de lo imprescindible y lo necesario. No está de más tener un mínimo de decencia por ellos: ser conscientes de que tenemos cosas que para otros son sueños inalcanzables es lo mínimo que podemos hacer. Luego ya, si queremos hacer algo más y mejor por el mundo en el que vivimos, si queremos participar en un mundo donde exista la igualdad de oportunidades para todos, podemos plantearnos hacer grandes cosas.

Puede que hoy no podamos cambiar el mundo, pero lo que, si podemos hacer empezando aquí y ahora, es cambiar el mundo de un niño/a necesitado/a, y quizás sea este quien mañana cambie el mundo.



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